La mano momificada de un Buda viviente en el templo de Nangakuji en la ciudad de Tsuruoka, provincia de Yamagata (Japón) es un claro ejemplo de una cultura que rinde culto a cada parte del cuerpo. La reliquia se encuentra dentro de una urna de cristal en los bajos de este santuario budista y es uno de los pocos ejemplos de Sokushinbutsu o momia de un Buda viviente.
Esta curiosa práctica japonesa de dejar de comer para convertirse en un Buda momificado la ejercían los ascetas de las montañas para aliviar los males de las personas que vivían en el pueblo.
Un sacerdote dejaba gradualmente de comer y beber durante un proceso que duraba de mil a tres mil días en los que ingería sólo nueces, raíces, agujas de pino o cortezas y bebía una especie de resina. Los órganos internos y las extremidades del clérigo poco a poco se iban secando, por lo que se convertía en una momia viviente. Cuando ya no podía alimentarse más, se le colocaba en un agujero en el suelo donde recitaba oraciones budistas, y cuando ya no se escuchaba su voz, se creía que se había convertido en una momia budista viviente. Este sacerdote se hizo buda en el año 1865 a la edad de 62 años después de un periodo de siete años de austeridad. Según los informes de la época, el clérigo se convirtió en un buda viviente para asumir el sufrimiento de los granjeros locales durante una época de hambruna debida al mal tiempo. Se cree que su espíritu aún habita en la momia. Hasta mediados del siglo XIX esta inusual tradición se practicó en la región de Tohoku, una de las más pobres del país. En total existen seis momias en esta zona y la mayoría de ellas no se muestran al público.

- PuaG!! Hay que estar bien loco por la religión!!


1 comentario:
Fanatismo puro.
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